ENTRETENIMIENTO
Muere Enrique Metinides, leyenda del fotoperiodismo en México
Imagen de archivo del fotógrafo mexicano Enrique Metinides,quien habla durante una entrevista para la agencia Efe el 1 de julio de 2017 en Ciudad de México. (México).
El mítico fotógrafo de sucesos, Enrique Metinides, leyenda del fotoperiodismo en México, falleció este martes a los 88 años, informó el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) del Gobierno mexicano.
«Lamentamos el sensible deceso del fotoperiodista mexicano Enrique Metinides, quien retrató con sensibilidad y belleza algunos de los episodios más trágicos de la vida nacional», apuntó la dependencia en un mensaje en Twitter y recordó que parte de su obra se encuentra en la colección permanente del Museo de Arte Moderno.
La noticia de la muerte la dio la revista mexicana Cuartoscuro, especializada en fotografía.
«Esta mañana se confirmó la muerte del maestro de la fotografía de nota roja Enrique «El niño» Metinides, quien se inició en el oficio periodístico a los siete años. Descanse en paz», apuntó la revista en Twitter.
En la misma red cientos de mensajes reconocieron el profesionalismo y quehacer artístico del fotógrafo mexicano. «Metinides elevó la muerte a poesía», escribió una universitaria, mientras que otro joven dijo «es imposible pensar en la historia gráfica de México sin mencionar al gran Enrique Metinides, quien tenía la cualidad de mostrar lo trágico de una manera bella».
Conocido por perseguir a la muerte con su cámara desde los siete años, Metinides confesó en una entrevista con Efe publicada el 1 de julio de 2017 que «si volviera a nacer no sería fotógrafo».
«Estoy arrepentido totalmente», dijo Metinides quien sobrevivió a diecinueve accidentes potencialmente mortales.
Metinides (Ciudad de México, 1934) empezó su leyenda como reportero cuando su padre, de origen griego, cerró su tienda de fotografía en la céntrica avenida Juárez de Ciudad de México y le regaló una de las últimas cámaras que tenía, una Brown Junior que capturaba doce fotos en blanco y negro.
Luego de que su padre vendió su negocio inauguró un restaurante de comida griega al lado de la séptima delegación del Ministerio Público en la Ciudad de México y los funcionarios iban a comer allí cada jueves, «les caí bien y me dijeron que fuera a la delegación para tomar fotos», recordó.
Ahí fue cuando el joven reportero, cuyo pánico incurable a los aviones le ha impedido conocer Dinamarca, Japón, China o Grecia, algunos de los países donde ha expuesto, fotografió a su primer muerto en una delegación, que además estaba decapitado.
Metinides, cuya afición a las películas de gángsters le hicieron casi inmune a las imágenes escabrosas que retrató desde pequeño, empezó a colaborar con el diario La Prensa cuando el reportero Antonio Velázquez le vio tomar fotos en un accidente en el popular barrio de San Cosme.
El fotógrafo, alias «El niño», recuerda que durante toda su carrera, en la que colaboró también con publicaciones como Crimen, Alarma o Nota Roja, «todo lo que era el ambiente policíaco era muy amigo de la prensa», tanto que una fotografía suya ayudó a resolver un asesinato.
El reportero, que nunca salía a una cobertura sin una rana de cerámica y una estampa de la Virgen de Guadalupe, reclamó en aquella entrevista que en la actualidad no dejan trabajar a los periodistas y lamentó los ocho asesinatos contra comunicadores que se acumulaban hasta junio de 2017.
Dijo que las autoridades y los directivos de los periódicos deberían alcanzar «una especie de acuerdo (para) que no se publiquen ese tipo de fotos morbosas, llenas de sangre, y que los dejen trabajar, pero sin agredirlos», puntualiza.
Metinides, quien fundó el departamento de prensa de la Cruz Roja en Ciudad de México, denunció que las autoridades «no quieren que se sepa lo que está pasando en el país».
«Hay mucha víctima a diario. Yo le tomé fotos a miles y miles de cadáveres, pero esta saña no la vi», añade.
Metinides tuvo la oportunidad de adentrarse en las escenas del crimen de una forma que ningún reportero podría hacer ahora, tenía una colección de más de 3.000 coches de policías y bomberos que le regalaron personas que conoció gracias a su profesión y fue el protagonista del documental «El hombre que sabía demasiado», en el que fue protagonista.